Tintín, Monterroso (y un yanqui de Connecticut)

tintin y el templo del sol(H)ojeando anoche el brevísimo libro de Augusto Monterroso “Obras completas (y otros cuentos)” me impactó encontrar un relato que recordaba vívidamente de mi niñez pero con un final bien diferente: la historia de alguien que, ante una cita con el patíbulo, se sirve de información privilegiada (la fecha y hora de un eclipse solar total) para intentar evitar su inminente ejecución.

Fue así, gracias a un recorte de prensa, que el intrépido reportero belga consiguió escapar a su cita con la hoguera en “Tintín y el Templo del Sol”, dejando boquiabiertos a los incas (y a los impresionables lectores) al ordenar al día que se volviese noche para aterrorizar a sus verdugos y obtener su  perdón.

El protagonista de “El eclipse” de Monterroso -un evangelizador de la época de Carlos V- no tenía recorte de periódico al que recurrir así que tiró de su erudición aristotélica para amenazar a los indígenas que lo habían  capturado en plena selva  guatemalteca con apagar el sol. Pero:

Dos horas después el corazón de fray Bartolomé Arrazola chorreaba su sangre vehemente sobre la piedra de los sacrificios (brillante bajo la opaca luz de un sol eclipsado), mientras los indígenas recitaban sin ninguna inflexión de voz, sin prisa, una por una, las infinitas fechas en que se producirían eclipses solares y lunares, que los astrónomos de la comunidad maya habían previsto y anotado en sus códices sin la valiosa ayuda de Aristóteles”.

Al comentar la coincidencia con Bego, me enteré de que existía, al menos, otra versión de la historia, la de Hank Morgan -aquel yanqui de Connecticut del libro de Mark Twain-que recurre al mismo truco para lograr que el rey Arturo no sólo no lo ejecute sino que lo nombre ministro.

Tanto “Tintín y el Templo del Sol” que se publicó en 1949, como “El eclipse”, de 1959, son bastante posteriores a  la aparición de la novela de Twain (1889). Ignoro si ambos tomaron de ella la idea, o si la historia es aún anterior, uno de esos relatos que surgen no se sabe dónde ni cómo y aparecen después aquí y allá con variaciones que unas veces son mínimas y otras  cuestión de vida o muerte.

12 comentarios en “Tintín, Monterroso (y un yanqui de Connecticut)

  1. o conto de monterroso sempre o utilizo nas aulas quando trabalhamos as descobertas, ou as culturas inferiores, ou a interculturalidade… vaia! que o trabalho sempre que podo. mas nom sabia do de tintim…

  2. Estupendos recordos, eu o do Tintín tenho-o incluido nalgúm conto de antes de durmir aos meus filhos (tamém o do passadiço detrás dumha cascada), pero nom sabia do Monterroso, nem recordava o de Mark Twain.

  3. Iago, excelente aporte. Voy a citar tu nota en algún momento en el blog y hasta pueda que me anime a escribir sobre el tema.En literatura y en cine se dan estas coincidencias…
    Un abrazo,

    Hemil

  4. Hola:
    Hace varios años que, también yo, había encontrado la relación. Conocía la historia de Tintin y el cuento de Monterroso pero no la Twain.
    Mi análisis es bastante simple pero me parece justo: Monterroso conocía la historieta de Tintin y, ¿por qué no? Twain. Monterroso comprende muy bien el carácter «colonizador» o eurocentrista de Tintin y hace justicia poética al crear su cuento, (los amerindios no son unos «salvajes», «bárbaros»). Igualmente, no me sorprende mucho ciertos «dérapages», (perdonen el eufemismo) de Tintin que hace rato se cuestionan.
    Para terminar, creo que mi vision de la justicia poética es mucho más válida, si les recuerdo que el autor de Tintin es Belga
    y que una de sus más célebres historias sucede en el Congo… Le dejo que averigüen la «civilizadora» empresa de Leopoldo II de Bélgica en el Congo.

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